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11 de mayo de 2011

cumpleaños dalí

107º aniversario del nacimiento del visionario Salvador Dalí (11/ 5 /11)

Dalí por Richard Avedon (1963)
Decir algo ingenioso del genio Marqués de Púbol Salvador Dalí (1904 - 1989) es automático y carente de sentido, sin suficientes calificativos para describir a este ecléctico, místico y surrealista personaje que vivió en torno a un contínuo doble sentido, haciendo Gala de su mayor obra: él mismo. Natural de Figueras, en la comarca del Empordà (Girona), vendría al mundo con el mismo nombre que el de su difunto hermano, tres años mayor y fallecido nueve meses antes de su nacimiento, hecho temprano que le haría entrar en una crisis de identidad consigo mismo al creerse una mera copia del primogénito caído. Pronto le declarará su amor al arte y eso hará que comience a abrirse a las vanguardias de los años veinte como el Dadá o su mayor referente, el Surrealismo –del que continúa siendo su máximo exponente–, sin descuidar su círculo de amistades artísticas con españoles como Picasso, Buñuel o Lorca y de toda clase y condición a lo largo de su vida. Del imaginario daliniano destacarán sus más célebres representaciones del tiempo y sus relojes blandos con La persistencia de la memoria (1931); la erótica inspiradora de su compañera y esposa Gala con Pie de Gala (1931) y en otras tantas composiciones como La Madonna de Portlligat, Galarina o Leda atómica; coqueteos con la geometría (caracolas, cadenas de ADN, huevos) y animales fetiche, como sus esculturas del elefante de patas alargadas y el rinoceronte o el teléfono-langosta.
En 1946 Dalí y Disney fusionan sus estilos para crear una obra de animación conjunta bajo el nombre de Destino, cuya fuente de inspiración será la canción de homónimo título del cantante mexicano Armando Domínguez, pieza que a su vez estaba basada en el mundo onírico del catalán donde la historia de amor entre una bailarina y un jugador de béisbol / dios Cronos enfatiza la importancia del tiempo mientras los amantes esperan que el destino actúe en sus vidas. Durante los próximos 57 años el proyecto quedaría relegado al olvido por su escaso valor comercial y falta de medios, y no sería hasta el presente siglo, con la reedición de Fantasía 2000 (2003), donde se incluyera la obra como material extra, acabada por el director francés Dominique Monfery siguiendo las mismas pautas de recreación que la idea original.
Una exhaustiva obra entre pintura, escultura, moda o fotografía a lo largo de sus viajes entre París, Nueva York y España, contenida en la cabeza de un artista de magna talla que llegará en forma de catálogo completo de similar envergadura hacia 2015 aunque mientras, puede verse gran parte de su huella entre el Teatro-Museo Dalí de Figueras, la Casa Salvador Dalí en Portlligat o el Castillo Gala-Dalí en Púbol, aparte de decenas de espacios museísticos alrededor del mundo dedicados al cuerpo y alma del artista.


música: Dora Luz - Destino 
Dalí, Disney, Domínguez, Dominique y Dora con un mismo Destino (1946-2003)

23 de marzo de 2011

el último desliz

Si Cleopatra levantara la cabeza posiblemente se desharía en pedazos halagos hacia su mejor cara, la que le brindó después de Cristo la actriz inglesa Elizabeth Taylor; la que enamoró también a un Marco Antonio aká. Richard Burton que le dejó la cicatriz de su amor para siempre, el áspid que hoy tras la picadura de una larga afección cardíaca mientras dormía y con casi ochenta años a sus espaldas, la ha sumido en ese sueño eterno y reparador al que Hollywood la elevó: la muerte del mito.
Desde sus inicios en el cine nunca se conformó con ser la primera actriz, puesto que desde bien mujercita ya lo había conseguido, en parte gracias a la desbordante belleza de sus proporciones y a esos ojos de color violeta tan ardientes como el tejado de zinc por el que se paseó junto a Paul Newman. Después de varios Oscar, de una estela gigante de éxitos profesionales durante más de tres décadas, fue en los setenta cuando se empezó a mascar su declive: ahogada en el alcohol, cansada de casarse una y otra vez y sin apenas papeles salvo cameos y apariciones en televisión, pasó de ser la mujer maldita a recuperar sus fuerzas en los ochenta y convertirse en una de las más famosas activistas en la lucha contra el SIDA junto a su buenos amigos Michael Jackson o Rock Hudson.
Liz por Richard Avedon (1964)
Así fue como el séptimo arte la consagró como la séptima mejor estrella femenina de todos los tiempos o la mujer más hermosa del celuloide por delante incluso de Ava Gardner, mientras su vida sentimental estallaba tanto dentro como fuera de la pantalla, con hasta siete maridos en ocho bodas truncadas durante el mejor papel de su vida, el de Dame Liz Taylor (1932 2011). El star system ha perdido a una de las estrellas más representativas de la época dorada del cine norteamericano,  del que poco a poco vamos asistiendo atónitos a su caída pasando a ese Panteón inmaculado donde se colocan las musas que han inspirado y seguirán inspirando sueños en el común de los mortales: el cine y sus grandes protagonistas.

19 de marzo de 2011

renoir et blanc

Cartier-Bresson y Sylvia Bataille en el rodaje de Une partie de campagne (1936)
Renoir por Richard Avedon (1972)
El mediometraje de apenas cuarenta minutos Une partie de campagne del director francés Jean Renoir (1894-1979), basado en el relato homónimo del escritor Guy de Maupassant, es un homenaje a su padre y famoso pintor impresionista Auguste Renoir, donde revisita el dialogo sensorial y emotivo entre la naturaleza y el ser humano. La espontaneidad de diálogos entre los personajes destaca sobre la caricatura que de ellos mismos hacen los actores, cercana a la teatralidad; la pareja de seductores remeros –el romántico Henri y su calenturiento compañero Rodolphe observando la llegada de la familia a través de la ventana, se caracteriza por un libertinaje disfrazado de galantería, de un dandismo de provincias excitado por la llegada de mujeres parisinas. Henriette, mientras, observa el entorno vacacional reparando en su abnegada familia que le recuerda los compromisos que tiene convenidos con su futuro espose Anatole. De esta forma, así como los impresionistas pintaban queriendo captar la incidencia de la luz sobre el paisaje –algo casi momentáneo y pasajero–, Jean Renoir hace lo mismo: contrapone la liberación del deseo de Henriette y Henri a orillas del río, con la decepción casi simultánea de ella mediante sacudidas de calor; las aguas que fluyen por el paseo en barca o la tormenta dinamizadora de los momentos finales, donde los truncados amantes rememoran su dulce y ahora amargo pasado.
La naturaleza pues predestina los acontecimientos en esos repetitivos cantos del ruiseñor sensibles ante la fragilidad de sus personajes, que ven como triunfa lo preestablecido por la sociedad ante la brevedad del placer sexual. En toda esta espiral, el clima de tensión ante la imagen desenfocada de la lágrima de Henriette recoge su propia mirada a cámara a través de un primerísimo primer plano, entendida como aproximación a su mundo interior. Una fábula de como el ser humano va en busca del paraíso perdido y de sus instintos a través de una vida combatiente.