16 de julio de 2011

estamos rodando

Roxane Mesquida y Robert están redondos en Rubber (2010) 
Del cine de terror slasher, Quentin Dupieux (1974-) toma al psychokiller encarnado en un neumático con poderes telequinéticos, y a la exuberante rebelde aislada del mundo y ajena a él, Sheila (la flexible diva del cine europeo actual Roxane Mesquida), ambos en un contexto árido por donde se pasean (auto)movilizados por sus deseos, por momentos detenidos en moteles o locales de carretera para reconducir sus vidas –y las de sus espectadores dietéticos– consiguiendo con todo una experiencia hilarante cuya originalidad fue reconocida en la pasada edición del Festival de Sitges con el Méliès de Plata a la Mejor Película Fantástica Europea y al Mejor director revelación.
Al igual que John de Bello delirara con su saga de tomates asesinos durante tres décadas, la no reason más absoluta, mezcla de comedia negra, road trip, cine de acción y Serie B intelectual a la par que divertida, vuelve a apoderarse de lo cotidiano y ecléctico, ensañándose en esta ocasión con el neumático Robert (véase la similar pronunciación inglesa con el material del que está hecho: Rubber), el cual ve como su familia es literalmente quemada en un desguace, motivo de una serie de muertes que una patrulla de policías investiga. ¿Por qué un neumático cobra vida y comienza a matar gente? ¿Realmente importa? Así se entiende como una ficción intenta expresar emociones o ideas que no pueden encontrarse en una situación real, abstrayendo dichos elementos para comunicar en este caso, su disconformidad con la industria hollywoodiense, obsesionada en crear tramas enrevesadas y espectaculares que cobren cierto sentido y atraigan al público, sin importar en ningún momento el factor sorpresa. Si los espectadores internos de su película –los observadores con prismáticos– hubiesen entendido el mensaje, no habrían resultado intoxicados por ese cine de palomitas y hubieran salido de su pasividad pasando al siguiente nivel, interactuando con la representación, esto es, tratando de entenderla desde una perspectiva nihilista. Así, cuando esta audiencia empieza a comentar la película, la intención autocrítica del director se dirige a la cuarta pared, es decir, a nosotros por medio de ellos, juzgando nuestro propio criterio a la hora de dejar que se desencadene la historia por sí misma. Mr. Oizo es el mismo Dupieux que es compositor, guionista y director a la vez, una santísima trinidad que firma una cult movie que no desfallece en ningún momento para disfrute y horror de todos aquellos espectadores que no se conforman con menos, especialmente los más escépticos. 

26 de junio de 2011

maldito panero


Leopoldo María Panero de frente (2006) · Miguel Casanova ©
Cuando pasé por delante de su residencia, para entendernos, el Hospital Psiquiátrico de Las Palmas, allí estaba él, Leopoldo M. Panero (1948-) esperándome, sentado en el bordillo de la acera, con una bolsa de deportes repleta de libros pasados pesados (dato que descubrí más tarde). El guiño de su ojo precedió al saludo que precedió al reconocimiento visual, al tiempo que me daba su petate y me pedía que se lo llevara, optando a ello casi por obligación. Empezábamos bien. Allí, a las puertas del sanatorio y mientras esperábamos un taxi, entre sus “benditos” compañeros había uno que no dejaba de recitar a Borges persiguiéndome para que le hiciera una entrevista seria, alegando que era mucho mejor escritor que Panero. Cuando por fin conseguíamos uno, 18 kilómetros nos esperaban hasta la civilización, Las Palmas, en un mayo especialmente caluroso. —Y bien, ¿dónde vamos? —pregunté una vez subidos al vehículo— A el El Reloj” —me respondió–, así que allá que nos fuimos. Llegábamos poco después al Barrio de Triana, a la cafetería El Reloj, y es que quería comer; él, yo no, eran tan solo las 11 de la mañana. Tras degustar su menú y picotear de aquí y de allí me dispuse a hacer un primer intento –o asalto– de entrevista. No sería tan fácil: —Fumas mucho, —dije yo—. Había roto el hielo. Fumo mucho, demasiado, me respondió refiriéndose a los primeros versos de uno de sus poemas más conocidos, La canción del croupier del Mississipi. En efecto, fumaba como un carretero, y eso no era lo peor, conforme daba tres caladas, tiraba el cigarro y volvía a coger otro de su cajetilla Benson & Hedges. Y así, repetía el ciclo una y otra vez. 
Recurrentes eran las canciones del romancero español, poemas de antiguos camaradas o párrafos literales del pensamiento con los que me asediaba en un cada vez más monopolizado monólogo. Una vez terminamos de callejear por el casco viejo de la ciudad, conseguimos hacer un alto en el Parque de San Telmo, donde una semana antes, Leopoldo había firmado ejemplares de su poemario En Teoría durante la Feria del Libro que todavía seguía en marcha.  Con todo, compré dos Coca-Colas frías, eché un rápido vistazo a diferentes lugares donde fotografiarle y sentándonos en un banco de piedra, todo parecía indicar que los dos estábamos dispuestos a prestarnos mutua atención (o por lo menos así quería creerlo yo). 
Tiempo 
Oh ojo de la cruz 
Espada frente al viento 
Espada de la nada y águila contra el viento 
Labio tras labio frotando con mi ser la injusticia del tiempo
 LEOPOLDO MARÍA PANERO, Conversación (6/05/2006)

Yo: Por favor defínete.
LMP: Ni cuerdo ni loco. Extraño. Me interesa el mundo de la locura. […] Mi deseo es estudiar Psiquiatría, ser un maestro del Psicoanálisis.
—¿Cómo te sientes en estos momentos? ¿Cuáles son tus propósitos más inmediatos?
—No estoy contento con mi vida. […] Los manicomios son una máquina de exterminio al igual que lo eran para los judíos los campos de concentración. Vengo de Mondragón (psiquiatrico), donde todos los días recibía una paliza diaria, y aquí, sigo recibiendo un trato pésimo y deleznable. Los odio a muerte. Pienso fugarme de allí (manicomio). Va a ser como la huida de El Lute. A finales de mayo tengo pensado irme a Madrid, a casa de una amiga mía, Rosalía Dans, una pintora surrealista. 


—Cómo ya sabes, vengo de Valencia ¿has estado alguna vez por allí?
—Fui a ver, o a asegurarme que estaba frente al partido político de izquierdas más raro del mundo. Me metí en el PCE en sexto de bachillerato. Llevaba a casa la cartera llena de libros de estética marxista.  
—No sé si sabrás que desde hace un mes, en el Colegio Mayor Lluís Vives de Valencia, se han estado pasando los dos documentales de la familia Panero rodados hasta entonces El Desencanto (1976) y Después de tanto años… (1994) de Jaime Chávarri y Ricardo Franco respectivamente.
—No sabía nada, pero me parece bien.
—Por lo que veo, llevas esa bolsa de deportes repleta de libros. ¿Podrías enseñármelos?
El Norte Análogo de René Daumal; Algunos Poemas más de Emily Dickinson; Edad de Hombre de Michel Leiris; El Cubilete de dados de Max Jacob, obra que me sirvió de inspiración para escribir Así se fundo Carnaby Street; Poemas de John Kyats; Amor en Vilo de Pere Gimferrer, una de las personas con las que viví la época más feliz de mi vida; El Preludio de William Wordsworth; La Mandrágora de Hans Heinz Ewers; Elegías de Duino y Los sonetos a Orfeo de Rainier María Rilke; Antología Poética de W.B Yeats…
—Háblame de la época más feliz de tu vida…
—[…] fue un invento de Pere Gimferrer. Sí, aquellos años, cuando conocí a Gimferrer y a Ignacio Prat. Lo malo vino con un intento de suicidio. Estaba en una pensión de Barcelona y entró la señora de la casa, me vio con las pastillas al lado y me dijo: “¿Pero es que va usted a hacer lo mismo que Marilyn Monroe?”. Me fui a la calle y en la puerta me encontraron en coma. Luego empezó toda esta historia de los manicomios que me destruyeron más que la bebida. […] y recuerdo con mucha vitalidad la transición en la cárcel de Zamora por consumo de drogas donde conocí a Eduardo, un amante que tuve.
—¿Cuáles son esos recuerdos que más añoras de tu adolescencia?
—Mi padre era un borracho, mi madre estudiaba la manera científicamente de matarme…mis hermanos, unos hijos de puta.

Extracto del fotoreportaje dedicado a Leopoldo María Panero
6 de Mayo de 2006. Las Palmas de Gran Canaria 

5 de junio de 2011

les demoiselles de demy


Françoise Dorléac y Catherine Deneuve son hermanas y Les demoiselles de Rochefort (1966) 
Uno de los representantes y mayores exponentes de la Nouvelle Vague, el director francés Jacques Demy (1931-1990) pareja además de la también realizadora Agnès Varda, destacaría sin embargo, por sus singulares y trabajadas piezas musicales además de sus recreaciones de cuentos modernos, como en Las señoritas de Rochefort, que desde Europa tomaba y al mismo tiempo llamaba la atención de Hollywood, meca que reconocería su labor con la candidatura a Mejor musical y Mejor banda sonora adaptada, esta última por Michel Legrand. Se trata pues de un musical extraño y envolvente, un mundo colorista lleno de personajes divertidos, cotidianos y a la vez estrambóticos, que conducen a las inocentes, pizpiretas, simétricas, acompasadas, conjuntadas y complementadas mellizas Garnier, Delphine (Catherine Deneuve) y Solange (Françoise Dorléac) –dos hermanas en la vida real que juegan a ser gemelas– hacia el sueño de alcanzar el amor ideal y encontrar un camino para dar rienda suelta a su talento artísico en su anhelada París. El formato en Cinemascòpe, la ambientación, vestuario, uso del color y de la estética pop de los sesenta, decorados, coreografías así como la elección de la música, ayudan a crear una atmósfera en el territorio de lo real dejando a la imaginación la conciencia crítica de una propuesta de tonos pastel. Todo transcurre durante un fin de semana festivo (cuatro días) en la provinciana y portuaria localidad francesa de Rochefort, donde la tranquilidad del lugar se ve alterada por la llegada de unos alegres y excitados feriantes, entre ellos Etienne (George Chakiris protagonista de West Side Story) y Bill, que no dejan de marcarse estilizados números musicales en espacios llenos de bailarines y extras. La canción será de esta forma el romántico leit motiv y pretexto para el encuentro-desencuentro de los diferentes personajes: un famoso pianista de gira por Europa, Andy Miller (Gene Kelly protagonista de otro musical como Cantando bajo la lluvia) que homenajeará con su aparición y sus bailes frenéticos a clásicos hollywoodienses tan memorables como Un americano en París, o el romántico y confundido marinero, Maxence, que añorará reencontrarse con la bella rubia que pinta en sus más dulces sueños. La trama convergerá por tanto por el destino de sus protagonistas: ¿se encontrarán? ¿triunfará el amor? todos ellos soñadores; unos en busca del "amor ideal", real y abstracto a la vez, y otros, a la espera de ser encontrados.

Deneuve y Demy bailando
(1965)
Con todo, en estos días se cumple el 45º aniversario de su rodaje estival, y para ello la pintoresca ciudad de Rochefort prepara sus mejores galas para conmemorar el acontecimiento que la inmortalizó como escenario de uno de los musicales más originales de la historia del cine. Del 2 de junio al 18 de septiembre los visitantes se convertirán en espectadores improvisados que podrán revivir el ambiente de las películas de Jacques Demy en una retrospectiva de su obra, además de acudir a una exposición con objetos de la época o localizar a través de una aplicación móvil los lugares de la ciudad que se elegirían para el musical, entre otras sorpresas más.

31 de mayo de 2011

holynchwood

David Lynch y Laura Harring en el rodaje de Mulholland Drive (2001)
¿La vida es sueño?
La luminosa ciudad de Los Ángeles aumenta y corrompe el sueño de Betty Elms / Diane Selwyn (Naomi Watts) respectivamente, alimentando su deseo de triunfar en los grandes estudios al tiempo que perturba y sume en una compleja, enigmática y barroca pesadilla cuya materialización deviene en algo siniestro. El inicio de la realidad comienza cuando ella despierta en el apartamento mientras observa la llave azul, esta última como señal de "trabajo" cumplido (asesinato por encargo). Todo lo anterior es un sueño ideal donde una actriz mediocre, insegura y temerosa de la inminente muerte de su amante, mejora su triste realidad. La mayor parte de los personajes que aparecen en esa recreación están basados en las personas que encuentra en la cena de la casa de Mulholland Dr, a la cual es invitada por su director de cine Adam Kesher y actual pareja de su amante, Camilla Rhodes (Laura Elena Harring), reinterpretada en su subconsciente como la turbadora y amnésica Rita, una mujer de gesto desvalido que toma su nombre  de la actriz (Rita Hayworth) que aparece en el cartel de una de las grandes femme fatales de la historia del cine, Gilda. Lo que se muestra en pantalla, lo que ve el espectador, es lo mismo que lo que ellas entienden que está pasando, una percepción que es formulada por David Lynch (1946-) con todos los recursos propios del cine a su alcance: una banda sonora inquietante compuesta por Angelo Badalamenti; puntos de vista subjetivos; fundidos a negro e imágenes abismadas, borrosas, que remiten al sueño/pesadilla, inicio y final del mismo. Siendo el misterio mágico y seductor, este dios creador funde realidad y sueño en un nuevo mundo que no refleja lo real, sino que tiene entidad propia, donde se evita lo fantástico –sin dejar de ser surrealista– utilizando elementos que se vuelven simbólicos y representan deseos, miedos, represiones y pasiones subjetivas. Así, en su sueño, Diane pasa de ser una vulgar actriz a una promesa del cine; o hace la vida imposible a su director, al que odia por haberle quitado a su amada; o tras haber contratado a un matón en el bar Winkie's –de donde toma el nombre de Betty por la camarera que los atiende–, pintarlo tan desastroso que no pueda llevar a cabo el asesinato que previamente le encarga, y todo, mientras muere de un ataque al corazón la única persona que podría delatarla, un hombre que le explica a su ¿terapeuta? el aterrador sueño que increíblemente se hace realidad tras la aparición de un mugriento y repudiado vagabundo -sucio  e  indigno como las acciones de Diane, materializadas en forma de temores–. Sin embargo, el asesinato se ve frustrado en el sueño, permitiendo a Rita sobrevivir y entregarle a Betty el dinero junto con la llave azul, en una acción simbólica que representaría la cancelación del crimen. De acuerdo con esta interpretación, se podría considerar que la película se plantea en dos partes: la primera recogería los sueños de Diane mezclados con recuerdos distorsionados y focalizados en Betty y la otra, explicaría hechos reales, filtrados a través de la subjetividad alterada de sentimientos contradictorios por el “despertar” de Diane en esa especie de purgatorio que simboliza el Club Silencio, donde el maestro de ceremonias y La Llorona de Los Ángeles –interpretando esta última una versión en castellano del significativo tema “Crying” de Roy Orbison–, tendrían la misión de recordarle/s que uno no puede escapar de la realidad y seguir inmerso en un mundo imaginario o País de las Maravillas/Pesadillas. Es ahí donde el espectador, al igual que Alicia, desciende por los intersticios de un imaginario tan asombroso y atrayente que da miedo. Cumplidos diez años desde su estreno, los seguidores de esta película continúan haciendo cábalas sobre su intrincada trama.


Rebekah del Río aká. Llorona de Los Ángeles - Llorando

28 de mayo de 2011

barcelona neta

Ugo Tognazzi es Herdhitze, un cínico criminal nazi en Porcile (1969)
Julian (Jean-Pierre Léaud) e Ida (Anne Wiazemsky) son dos jóvenes burgueses destinados por sus ricas famílias a un matrimonio de conveniencia, eso sí, con la insondable barrera de la libertad de uno, melancólico y encerrado en sí mismo en protesta por el rechazo a su padre y a sus negocios con los nazis, y las ideas revolucionarias de la otra, defensora a ultranza del movimiento estudiantil de la época. El director italiano Pier Paolo Pasolini (1922-1975) conversa con el espectador en boca de esta bucólica pareja sobre el conformismo de la sociedad que solo acepta la obediencia y que como el protagonista, pretende demostrar su desobediencia al padre (autoridad), calificándola de la misma forma que se presenta la película, como una Pocilga, y todo esto, mientras se suceden revueltas sociales en contra del sistema, en este caso con el muro de Berlín como telón de fondo. Pero ahí no acaba todo, la historia moderna converge y acaba con un “apocalíptico” relato anterior en el tiempo; si el rico heredero es devorado por los cerdos a los que tanto adora en un fatuo festín que se lleva a cabo en las pocilgas de la granja de su majestuosa villa, otro joven, desesperado, que ha matado a su padre, come carne humana y vaga por las laderas volcánicas del volcán Etna, acaba esperando la muerte en el estéril paisaje siciliano de la Reconquista Española, donde unos lobos hambrientos terminan por unir ambas muertes. En estas dos metáforas asistimos pues, a la destrucción de unos "héroes" rebeldes negados a aceptar el orden establecido, donde el canibalismo o el carroñerismo (lobos) y el Nazismo (cerdos) remitirían a la barbarie y destrucción más absoluta del hombre.
A un día vista de la carga policial que despertó al país y a medio mundo en contra del movimiento 15M en la Plaça Catalunya de Barcelona y en vistas a favorecer claramente la presumible –o no– victoria del equipo patrio, la cifra de indignados y damnificados aumentó considerablemente al conocerse que las causas de tal efectivo fueron las de "limpiar" la zona de la insalubridad debida, con los disturbios que sin embargo los "antidisturbios" provocaron –la cifra de heridos aumenta a más de ciento veinte–. ¿Qué causa verdaderamente que la sociedad se aboque a la suciedad de una pocilga? ¿La unión más que el hacinamiento de personas comprometidas por defender unos intereses generales? ¿O la revancha futbolística de un ayuntamiento que prefiere ver a sus ciudadanos enaltecidos, ebrios y distraídos, capaces en su enajenación de romper o ensuciar mobiliario urbano y por supuesto de manchar la cara más bonita de la ciudad en pro de una celebración? Desde luego yo por pocilga entiendo lo segundo, y por cerdos, todos aquellos que pretenden silenciar el grito unánime de una nación; de todos los que se mueven en pro de la libertad, en marcha por un planeta cansado de vapuleos.

11 de mayo de 2011

cumpleaños dalí

107º aniversario del nacimiento del visionario Salvador Dalí (11/ 5 /11)

Dalí por Richard Avedon (1963)
Decir algo ingenioso del genio Marqués de Púbol Salvador Dalí (1904 - 1989) es automático y carente de sentido, sin suficientes calificativos para describir a este ecléctico, místico y surrealista personaje que vivió en torno a un contínuo doble sentido, haciendo Gala de su mayor obra: él mismo. Natural de Figueras, en la comarca del Empordà (Girona), vendría al mundo con el mismo nombre que el de su difunto hermano, tres años mayor y fallecido nueve meses antes de su nacimiento, hecho temprano que le haría entrar en una crisis de identidad consigo mismo al creerse una mera copia del primogénito caído. Pronto le declarará su amor al arte y eso hará que comience a abrirse a las vanguardias de los años veinte como el Dadá o su mayor referente, el Surrealismo –del que continúa siendo su máximo exponente–, sin descuidar su círculo de amistades artísticas con españoles como Picasso, Buñuel o Lorca y de toda clase y condición a lo largo de su vida. Del imaginario daliniano destacarán sus más célebres representaciones del tiempo y sus relojes blandos con La persistencia de la memoria (1931); la erótica inspiradora de su compañera y esposa Gala con Pie de Gala (1931) y en otras tantas composiciones como La Madonna de Portlligat, Galarina o Leda atómica; coqueteos con la geometría (caracolas, cadenas de ADN, huevos) y animales fetiche, como sus esculturas del elefante de patas alargadas y el rinoceronte o el teléfono-langosta.
En 1946 Dalí y Disney fusionan sus estilos para crear una obra de animación conjunta bajo el nombre de Destino, cuya fuente de inspiración será la canción de homónimo título del cantante mexicano Armando Domínguez, pieza que a su vez estaba basada en el mundo onírico del catalán donde la historia de amor entre una bailarina y un jugador de béisbol / dios Cronos enfatiza la importancia del tiempo mientras los amantes esperan que el destino actúe en sus vidas. Durante los próximos 57 años el proyecto quedaría relegado al olvido por su escaso valor comercial y falta de medios, y no sería hasta el presente siglo, con la reedición de Fantasía 2000 (2003), donde se incluyera la obra como material extra, acabada por el director francés Dominique Monfery siguiendo las mismas pautas de recreación que la idea original.
Una exhaustiva obra entre pintura, escultura, moda o fotografía a lo largo de sus viajes entre París, Nueva York y España, contenida en la cabeza de un artista de magna talla que llegará en forma de catálogo completo de similar envergadura hacia 2015 aunque mientras, puede verse gran parte de su huella entre el Teatro-Museo Dalí de Figueras, la Casa Salvador Dalí en Portlligat o el Castillo Gala-Dalí en Púbol, aparte de decenas de espacios museísticos alrededor del mundo dedicados al cuerpo y alma del artista.


música: Dora Luz - Destino 
Dalí, Disney, Domínguez, Dominique y Dora con un mismo Destino (1946-2003)

5 de mayo de 2011

varda verdadera

Agnès Varda y Sandrine Bonnaire en el rodaje de Sans toi ni loi (1985)
Ante la visión feminista de una pionera del Cinéma Vérité y de la Nouvelle Vague francesa como la de la directora belga Agnès Varda (1928- ) la dimensión por la que trasciende Sin techo ni ley  fusiona el drama de Mona Bergeron en su particular huida en busca de la libertad, con entrevistas ficcionadas a modo de documental basadas en aquellas personas reales con las que se topó la directora para nutrir su relato, a través de una serie de flashbacks que deconstruyen la trágica muerte anunciada de la indigente. Es a partir del descubrimiento de su cadáver, como la voz en off de la propia realizadora intenta narrar desde su desconocimiento las últimas semanas de la estigmatizada Simone, de ahí su aproximación a  través de las confidencias de los personajes con los que se va cruzando la adolescente. Así se desprende un esbozo de la incansable y bohemia nómada como la mujer distante que era, solitaria e independiente, descarada, autodestructiva, desmotivada,  inconformista, apática e incluso desagradable, mientras su naturaleza más íntima permanece como un rompecabezas, plasmada bajo la sombría y áspera tristeza del campo, la miseria y el frío invernal –desencadenante de su muerte–. Ella es una joven a la que aparentemente no le importan los sentimientos, vínculos o cualquier otra atadura, por ello viste en todo momento con una ropa gastada, sin higiene, percibiendo el paso del tiempo a través de su deterioro y con una actitud que demuestra su desagrado a cualquier cánon establecido, al tiempo que se escinde como una “grieta” de la misma sociedad que la aparta.
La música sólo suena cuando Mona camina sola, vista a través de travellings con desplazamiento de derecha a izquierda –lectura inversa como mirada hacia el pasado–. Así, la película se presenta como una sucesión de hechos consumados, sin explicaciones, sin saber las causas que empujan a la itinerante protagonista finalmente a encontrar la muerte en una zanja. ¿Qué es la existencia sino una sucesión de encuentros y desencuentros que se pueden determinar reconstruyendo aquello vivido? A veces, quienes nos tratamos de adaptados, no somos capaces de comprender el porqué de ciertos comportamientos ajenos, pues consideramos estar sujetos a lo que el Sistema dispone. En el caso de Mona, sus expectativas anteriores no le brindan salidas importantes, al menos eso es lo que ella concluye, ya que lo que busca a lo largo de su escapada es una realidad distorsionada repleta de pensamientos bucólicos que, al final acaban en una muerte absolutamente cruda, pero también romántica y por qué no, evocadora de "un pasar a mejor vida".
En 1985 Agnès Varda ganaría el León de oro del Festival de Venecia por esta cinta, y un año más tarde, el Cesar para su actriz principal, la también gala Sandrine Bonnaire, pasando a englosar una lista de trabajos reconocidos a nivel internacional. Sandrine, por su parte ha seguido haciendo cine principalmente en Europa y en los últimos años, ha emprendido otros proyectos como la dirección de su primera película en 2007, cuyo título Elle s'appelle Sabine es un conmovedor documental sobre el trastorno psicoinfantil y el autismo a propósito de su hermana Sabine.

27 de abril de 2011

un ciudadano ejemplar

70 años después Orson Welles sigue mandando con su Ciudadano Kane (1941)
La prensa escrita es protagonista y epicentro de la trama de la película de Orson Welles (1915-1985) Ciudadano Kane. El diario New York Inquirer, propiedad de Charles Foster Kane (personaje inspirado en el magnate de las comunicaciones americano William Randolph Hearst), funciona como un instrumento manipulador de masas a lo largo de una completa red de periódicos, radios y sindicatos distribuidos por EEUU: “Todo el mundo pensará lo que yo les ordene que piensen”. El periódico se revela por tanto, en comparación con el cine o la radio, como uno de los medios de comunicación más importantes de comienzos del siglo XX. 
La película se estructura en un continuo flashback, –una de las primeras veces que se utilizaba este recurso en el cine– desmontando la vida del periodista a través de la imagen que sus conocidos tienen de él, mediante una palabra que aparece tanto al inicio como al final de la narración: "Rosebud". Con este fin, el espectador es testigo de la labor periodística y deductiva de Thompson por conocer el origen del término y cualquier información que arroje luz sobre el popular personaje, del que se desconocen detalles que podrían ser reveladores. Esta locución, verbalizada al principio junto al desplome de la bola de cristal de nieve y encadenada con las imágenes nevadas de su infancia, evocarán los recuerdos de niñez e inocencia perdidos, el hogar, el calor maternal, la sencillez, el pasado que nunca pudo disfrutar y que en sus últimos días se arrepiente de no haberlo hecho, en parte, por encontrar en lo material del dinero o el poder todo lo que no pudo conseguir, como la felicidad o el afecto. Así, Welles, dibuja con efectividad visual la degradación de valores y ascenso económico del protagonista mediante el contraste y el llamado “sueño americano”.
Para el ciudadano Kane no hay nada ni nadie sagrado, todo es susceptible de ser adquirido y posteriormente almacenado en su solitario castillo de Xanadú, igual de sórdido en su interior que su fracaso moral. Esos objetos inanimados simbolizan la ruina de una vida exitosa que ha terminado en una inevitable sensación de desolación. A medida que los allegados de Kane nos cuentan, tras su muerte, sus impresiones sobre el difunto, de una forma parcial e incompleta la formación de una opinión sobre el  significado de Rosebud y el rompecabezas de Charles recae en el espectador como si se trataran de una misma pieza, mostrando al máximo representante del poder de la prensa con todas las contradicciones y problemas de su condición humana. 

24 de abril de 2011

angus & julia stone

Angus & Julia Stone, australianos y cantantes, agraciados y encantadores hermanos que suenan al tempo de unas voces cálidas y románticas, ilustran los sueños bucólicos de una cada vez más presente masa neofolk, esta vez agolpada en la tímida sala Bikini que ostentaba el sold out desde hacía días –tras el cambio de la sala BeCool y teloneados por el también antípoda Steve Smyth, lo que empujaba a ser el remate final de una diada de Sant Jordi perfecta. De temprano talento artístico, los frutos de este dúo empezarían a recogerse en su primer EP Chocolate & Cigarrettes de 2006, que predecería a su primer trabajo discográfico A book like this, cosecha que terminaría por abastecer las expectativas de las críticas con su floreciente Down the way, repleto de ejemplos como "Big Jet Plane" o "And the boys" que romperían la calma de su apacible anonimato.
Si bien es cierto, gran parte del color vocal de los Stone lo aporta la sinuosa y naïf voz de Julia, la cuál a la par que su hermano, tienen disco en solitario: The memory machine y Smoking gun respectivamente, este último de un encanto excepcional bajo el no muy masculino nombre Lady of the Sunshine. Pero no sólo eso,  el trabajo de estos artistas de pura cepa –sus padres son también músicos– es capaz de pervertir hasta la extenuación el "You're the one that I want" de Grease para convertirlo en una adorable versión acústica. Aún así, el ambiente distendido que se creó dio para algún que otro despiste  u olvido en la letra, que pudo solventarse con el desparpajo de ambos hermanos cuyo feeling en el escenario era superior a cualquier parentesco. Con este dulce panorama poco sería de extrañar que el concierto acompañado de violín, trompeta o harmónica no remitiera a la naturalidad de un paseo entre campos de infinitas espigas y de otras tantas rosas rojas que despuntaban en un día tan importante para la identidad catalana como para la tranquilidad de espíritu general.

Angus & Julia Stone - Santa Monica Dream

19 de abril de 2011

secreto a voces lusas

Joao Luís Arrais, Mª Joao Bastos y Adriano Luz en Misterios de Lisboa (2010)
A partir del folletín romántico del escritor portugués Camilo Castelo Branco Los Misterios de Lisboa (1854), novela coral de entramado amoroso y relevancia social donde los secretos familiares y la consciencia de culpa atormentan el recuerdo infundado de un joven moribundo Pedro da Silva, el cineasta chileno Raúl Ruiz (1941 - 2011) recrea su adaptación homónima junto al guionista Carlos Saboaga en 266 minutos de minucioso metraje, –más una versión extendida por capítulos para la televisión– consiguiendo entre otros triunfos la Concha de Plata al mejor director en la pasada edición del Festival de San Sebastián. 
Siguiendo un sistema narrativo a modo de cajas chinas, el espectador descubre los entresijos de unas vidas complejas repletas de encuentros y desencuentros, situadas siempre “entre bastidores” respecto al teatrillo de João, permitiendo asistir a la existencia de unos personajes enclavados en su propio marco: el de la literatura; el del cine; el del mundo como un gran teatro, como un juego que no se puede controlar –del que el mismo protagonista forma parte–, justificando así cierto aire efectista que sobrevuela durante todo este trepidante viaje generacional. La estructura de la película, pues, sujeta la dramática, delicada y corta vida de Pedro da Silva, un falso huérfano sin nombre concreto (João), cuyo deseo de conocer su origen le lleva a presenciar todo un desfile de personalidades a través de los relatos iniciados por el polifacético y benefactor padre Dinis, al que se incorporarán otros narradores como la advenediza madre Ângela de Lima, Alberto de Magalhães, Elisa de Montfort, el Conde de Santa Bárbara, Blanche de Montfort o el propio Pedro, introduciendo cada uno a otros por medio de confesiones que descubrirán la génesis oscura y motivacional de sus historias. Pero más que un progenitor, el protagonista necesitará alcanzar la felicidad, la libertad, el amor, la verdad, una referencia fuerte que sacie su necesidad imperiosa de encontrar el apellido que le falta, –indispensable para llegar a ser alguien en aquella época–. De este modo y hasta el final de la película, Pedro estará desconcertado y falto de capacidad de reacción ante los acontecimientos, luchando contra las paredes de su escenario –su madre le regaló ese teatro de niño cuando estaba enfermo como si así ya le indicara que en su vida solo sería un títere incapaz de moverse por si solo, sin una personalidad definida–. 
Secretos que surgen de aquí y allá, amores ardientes, pecados que necesitan ser purgados, todo un caleidoscópico fresco que debe ser observado con atención en una historia que viene y va durante más de medio siglo sin importar que se pierdan conexiones entre las piezas de un extenso rompecabezas. Es en una habitación donde empieza y acaba todo. Empieza convaleciente de unas altísimas fiebres y termina postrado en otra cama de similares proporciones por un achacante viaje de Lisboa a las costas brasileñas, que acabará por apagar la poca luz que soporta la vela del escribano al que a duras penas relata su propia versión de sí mismo.

Misterios de Lisboa - Making off 
banda sonora original: Jorge Arriagada