5 de mayo de 2011

varda verdadera

Agnès Varda y Sandrine Bonnaire en el rodaje de Sans toi ni loi (1985)
Ante la visión feminista de una pionera del Cinéma Vérité y de la Nouvelle Vague francesa como la de la directora belga Agnès Varda (1928- ) la dimensión por la que trasciende Sin techo ni ley  fusiona el drama de Mona Bergeron en su particular huida en busca de la libertad, con entrevistas ficcionadas a modo de documental basadas en aquellas personas reales con las que se topó la directora para nutrir su relato, a través de una serie de flashbacks que deconstruyen la trágica muerte anunciada de la indigente. Es a partir del descubrimiento de su cadáver, como la voz en off de la propia realizadora intenta narrar desde su desconocimiento las últimas semanas de la estigmatizada Simone, de ahí su aproximación a  través de las confidencias de los personajes con los que se va cruzando la adolescente. Así se desprende un esbozo de la incansable y bohemia nómada como la mujer distante que era, solitaria e independiente, descarada, autodestructiva, desmotivada,  inconformista, apática e incluso desagradable, mientras su naturaleza más íntima permanece como un rompecabezas, plasmada bajo la sombría y áspera tristeza del campo, la miseria y el frío invernal –desencadenante de su muerte–. Ella es una joven a la que aparentemente no le importan los sentimientos, vínculos o cualquier otra atadura, por ello viste en todo momento con una ropa gastada, sin higiene, percibiendo el paso del tiempo a través de su deterioro y con una actitud que demuestra su desagrado a cualquier cánon establecido, al tiempo que se escinde como una “grieta” de la misma sociedad que la aparta.
La música sólo suena cuando Mona camina sola, vista a través de travellings con desplazamiento de derecha a izquierda –lectura inversa como mirada hacia el pasado–. Así, la película se presenta como una sucesión de hechos consumados, sin explicaciones, sin saber las causas que empujan a la itinerante protagonista finalmente a encontrar la muerte en una zanja. ¿Qué es la existencia sino una sucesión de encuentros y desencuentros que se pueden determinar reconstruyendo aquello vivido? A veces, quienes nos tratamos de adaptados, no somos capaces de comprender el porqué de ciertos comportamientos ajenos, pues consideramos estar sujetos a lo que el Sistema dispone. En el caso de Mona, sus expectativas anteriores no le brindan salidas importantes, al menos eso es lo que ella concluye, ya que lo que busca a lo largo de su escapada es una realidad distorsionada repleta de pensamientos bucólicos que, al final acaban en una muerte absolutamente cruda, pero también romántica y por qué no, evocadora de "un pasar a mejor vida".
En 1985 Agnès Varda ganaría el León de oro del Festival de Venecia por esta cinta, y un año más tarde, el Cesar para su actriz principal, la también gala Sandrine Bonnaire, pasando a englosar una lista de trabajos reconocidos a nivel internacional. Sandrine, por su parte ha seguido haciendo cine principalmente en Europa y en los últimos años, ha emprendido otros proyectos como la dirección de su primera película en 2007, cuyo título Elle s'appelle Sabine es un conmovedor documental sobre el trastorno psicoinfantil y el autismo a propósito de su hermana Sabine.

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