Margit Carstensen & Hanna Schygulla en Las amargas lágrimas de Petra Von Kant (1972) |
La efemmeride que corresponde a un día como el de hoy, 8 de marzo de cualquier año posterior a 1911, es vital por tratarse del reconocimiento internacional a todo un paradigma de igualdad: la mujer; la trabajadora, la madre, la que tiene que demostrar continuamente que a pesar de ser mujer es válida, en fin, la que por su azarosa X genética se ha visto excluída de los ámbitos que no fueran los domésticos; extirpada de derechos fundamentales; explotada, examinada, exprimida, exterminada...¿sexo débil?, no que va, sexo exhausto. Lo que importa de un día de celebración como el de hoy no es que la mujer sea capaz de seguir adelante en un mundo con cada vez menos caciques –que de sobra lo lleva haciendo desde su liberación– sino que desde hace tan sólo cien años que es visible, aunque llevara en la sombra todo lo que llevamos de historia de la Humanidad. El siglo XX ha sido el punto de inflexión para un siglo XXI que experimenta y lo seguirá haciendo como modelo de respuesta de cambio social.
En el documental Las mujeres de Fassbinder, dirigido por Alessandro Colizzi y Silvia Cossude en 1997, se recogen sus pensamientos acerca de ellas –sus actrices–, quienes representaban un elemento de fuerza real para expresar lo que más le interesaba; no sólo porque una mujer fuese capaz de comportarse imprevisiblemente, sino porque su fragilidad emocional se expresaba a través de las lágrimas, de la risa incontrolada o de las crisis nerviosas, esencia fundamental de Las amárgas lágrimas Petra von Kant. Esta cinta tiene
como particularidad que la obra teatral previa a la película la
escribió el propio director alemán Rainer Werner Fassbinder (1945-1982), estructurándola en cinco actos bien señalados a través de sus
correspondientes fundidos a negro. Es un drama oscuro, difícil y de gran
introspección psicológica que marca claramente el film al desarrollarse
en un sólo escenario interior: la vivienda estudio de la modista Petra
von Kant. Por allí desfilarán el resto de personajes; desde una
sirvienta muda a la madre, la mejor amiga, la amante y la hija de la
primera. Sin duda, la mirada masculina del director puesta al servicio de la iconografía femenina más en boga y fascinante, de una belleza que raya el delito por el puro placer de observarla. Definitivamente no hay sitio para los clichés de la mujer débil en sus películas.
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