Javier Cercas a La velocidad de la luz (2005) |
Tras el éxito de público y crítica en Soldados de Salamina sobre la Guerra Civil Española, y anterior a su novela-ensayo sobre el 23-F Anatomía de un instante ganadora del Premio Nacional de Narrativa 2010 se sitúa La velocidad de la luz, sexta novela del escritor Javier Cercas (1962-) también sobre otra guerra, la de Vietnam. El mensaje de esta última transcurre entre las dos etapas que experimentan los protagonistas a través de su historia de amistad: del aspirante a escritor que anhela el éxito, a futuro autor víctima del mismo; y del veterano de la guerra de Vietnam reconvertido en profesor de español, a fugitivo de sus propios remordimientos. La novela está protagonizada por alguien que, en un ejercicio de autoficción del propio Cercas, "es como yo, pero no soy yo" (un personaje sin nombre) estudió en Barcelona, vivió en Gerona y trabajó temporalmente en la Universidad de Illinois, en Urbana (EEUU), donde el narrador conoce al personaje que desencadenará la trama principal: Rodney Falk. El autor narra en primera persona la novela y se vale de la propia literatura para entablar amistad con el titular de Español de la Universidad americana, haciéndose referencias autobiográficas que posiblemente vayan en consonancia con las del mismo Cercas. La historia descrita coincide, o pretende hacer creer que coincida, a grandes rasgos con la biografía del autor, que “juega” a la identificación autor-narrador para hacer reflexionar al lector sobre la capacidad de infringir daño. Así se percibe la idea desde la primera frase de esta novela: “Ahora llevo una vida falsa, una vida apócrifa y clandestina e invisible aunque más verdadera que si fuera de verdad”.
El pasado 15 de febrero, Arcadi Espada columnista de El Mundo se propuso encender la mecha del fumador Javier Cercas a partir de la noticia sobre una redada en un prostíbulo del barrio madrileño de Arganzuelas, donde comentaba como éste último se encontraba en el local, de su detención y de su posterior puesta en libertad. La propagación del escándalo no se hizo esperar, a pesar de que Espada no hiciera más que jugar con el mismo fuego que Cercas, en una ardiente lucha donde lo que era verdad y ficción pasaba a formar parte de las rotativas de un país. Y es que la narrativa poco inventiva que parece distinguir a Javier Cercas se fundamenta en el abuso que hace de sus licencias a la hora de insuflar el alma a sus personajes, sin realmente poder distinguir cuánta parte real de la vida del escritor hay en sus relatos. Una mirada "de cerca" hacia el poder mediático de los medios de comunicación "veraces" capaces de relativizar la prosa de uno de sus renovadores más actuales.
El pasado 15 de febrero, Arcadi Espada columnista de El Mundo se propuso encender la mecha del fumador Javier Cercas a partir de la noticia sobre una redada en un prostíbulo del barrio madrileño de Arganzuelas, donde comentaba como éste último se encontraba en el local, de su detención y de su posterior puesta en libertad. La propagación del escándalo no se hizo esperar, a pesar de que Espada no hiciera más que jugar con el mismo fuego que Cercas, en una ardiente lucha donde lo que era verdad y ficción pasaba a formar parte de las rotativas de un país. Y es que la narrativa poco inventiva que parece distinguir a Javier Cercas se fundamenta en el abuso que hace de sus licencias a la hora de insuflar el alma a sus personajes, sin realmente poder distinguir cuánta parte real de la vida del escritor hay en sus relatos. Una mirada "de cerca" hacia el poder mediático de los medios de comunicación "veraces" capaces de relativizar la prosa de uno de sus renovadores más actuales.
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