Patrick Wolf, cantante, mamífero y descarnante animal escénico por igual, utiliza su parte licántropa para nombrar no sólo su yo más visceral, sino su último disco, homónimo a una de las fiestas paganas de la Antigua Roma más salvajes, la Lupercalia, precedente del actual San Valentín. Si es o no un canto al amor, quizás sea el morbo que despierta su aullido –el que se esconde tras esta alegoría sobre la fábula de un fauno anteriormente descarriado y ahora, moralejas de la vida, asentado y bastante cebado– la constante vital que hace de Patricio Lobo –como se hizo llamar en el concierto del pasado sábado en la Sala Apolo de Barcelona– un éxito asegurado ante su fiel manada de seguidores.
Su espacio natural es épico en un ritual que convierte el sonido del viento en instrumento, mientras, el movimiento de cuerdas acompaña los bailes frenéticos del estridente sátiro de voz romántica y decadente. Toda una mezcolanza de sentimientos que empastan a la perfección en una orquesta de cámara con tintes de contundente percusión, recogidos en su bonus disc Lemuralia, una sigilosa y pausada alternativa a algunos de sus recientes temas, que con motivo de este regalo vienen acompañados de cinco vídeos tan sugerentes como soberbios. El escándalo está servido, pero desde luego, con buen gusto.
Patrick Wolf - Lupercalia IV
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