14 de febrero de 2011

cataluña se lleva la palma

Abre los ojos...y mira, Albert Serra
Últimamente, Cataluña ha visto cómo su cine ha venido cosechando triunfos en diferentes festivales y cómo críticas favorables al trabajo realizado por sus cineastas, han dado lugar a su reconocimiento dentro del panorama cinematográfico actual. Esta creatividad ha abierto el camino hacia un cine sólido, arriesgado y comprometido, disgregado del cine que se genera en la capital y construido por algunos que ya tienen un lugar en la cultura cinematográfica internacional como Albert Serra, Isaki Lacuesta, José Luis Guerin o Pere Portabella, unos “elegidos” que apuestan por el cine de autor hecho o no en Cataluña, en catalán o castellano y con un cierto aire costumbrista.
Actualmente, con la llegada de nuevas técnicas digitales, se han diversificado los estilos y se ha permitido el acceso al cine a mayor número de directores, gracias en buena parte, al ahorro en los costes de producción. Así pues tenemos ejemplos en películas como El cant dels ocells (2008) de Albert Serra, donde lo contemplativo de su belleza formal pasa por una estructura narrativa que lejos de no tener un estudio cultural, se mueve entre lo académico de su destacada composición de planos, y una cierta naturalidad de acción de los personajes. La cinta, que se presentó en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes en 2008, explora la historia bíblica de los Tres Reyes Magos no desde el mito cómo sería lo habitual en un texto “sagrado”, sino deconstruyendo el conocimiento que nos ha llegado de él hasta nuestros días, a través de una puesta en escena poética y onírica, dónde los personajes están abstraídos, sin matices, y satirizados en ciertos momentos -así como Pasolini reconstruía el mito y lo dotaba de un cierto aire de provocación.
El cine de autor catalán está viviendo una auténtica “edad de oro” dónde los grandes expectativas han visto premiadas cintas como Elisa K o Pa negre, ambas del 2010, en la última edición del Festival de cine de San Sebastián y en los recién clausurados 25º Premios Goya, otorgando a esta última nueve de las catorce nominaciones a las que optaba, entre ellas la de mejor película y mejor director para Agustí Villaronga, lo que la sitúa en un paradigma que a pesar de su renombrado éxito, no ha llegado a todas las pantallas estatales.

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