Black Swan (2010) |
A pocas horas de la entrega más prestigiosa de premios de la Academia, Los Oscar, la nominada a Mejor actriz Natalie Portman no debe caber en sí de gozo, hecha un manojo de nervios y con mil mariposas revolteando ante la expectativa: ¿será niño o niña?. Lo que si se puede desplumar sin que rompa el encanto de la película, no queda en su portentosa actuación entre la dualidad del cisne blanco y el cisne negro tchaikovskiano que Darren Aronofsky (1969-) lleva a las alturas, sino la transformación física acompañada del éxtasis musical que el Lago de los cisnes provoca tanto en su protagonista como en el espectador. La obsesión por la perfección despunta en el autocontrol que Nina aspira para manejar la presión a la que se enfrenta a diario con la danza, una tónica que es representativa en ambas personalidades del ballet ruso, magnificamente perfiladas por la ambientación y los efectos visuales sobretodo, de maquillaje y vestuario. Y son estas prendas las que además, han calado fuerte en una tendencia que prima en la moda femenina más actual, desde los tonos blanco, beige y negro minimalistas de las mallas, al más puro estilo barroco y burlesque de plumas, tutús y corsés.
A pesar de la tregua que se le da a la poco explotada Winona Ryder, la arrebatadora bailarina Beth en el ocaso de su carrera, no estaría demás mencionar como vuelve a levantar el vuelo la sombría actriz, aunque sea por pocos minutos.
A pesar de la tregua que se le da a la poco explotada Winona Ryder, la arrebatadora bailarina Beth en el ocaso de su carrera, no estaría demás mencionar como vuelve a levantar el vuelo la sombría actriz, aunque sea por pocos minutos.
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