Umberto Eco y su conocimiento de la semiótica va más allá de las palabras |
Desde la aparición de los medios de comunicación masivos, la industria cultural ha tendido a favor de una cultura de masas formada por contenidos adecuados a los sectores populares, haciendo extensible el campo de acción cultural hacia nuevos productos. El escritor y filósofo italiano Umberto Eco, en su ensayo Apocalípticos e integrados (1965) repasa toda una serie de fenómenos mayoritarios, a saber: el Kitsch, la canción de consumo, la experiencia televisiva o el cómic, para tratarlos como cultura al uso y utilizarlos de instrumento reflexivo igual de válido que la narrativa "seria", la "buena" música o el cine "de culto". La contienda intelectual entre los apocalípticos que rechazan los mass media, por permitir el acceso de la masa a la cultura “auténtica” e influir en su divulgación, daría lugar a la anticultura; en oposición, los integrados creen con optimismo en la renovación del marco cultural y en su difusión mediante las nuevas tecnologías.
Así por ejemplo, el hecho de que Superman sea un personaje de masas, conlleva a verlo bajo un arquetipo que compensa la frustración de aquellos que viven en un complejo de inferioridad constante, proyectando sus aspiraciones y deseos inconscientemente hacia la manera de alcanzarlo; de cómo conquistar a Lois Lane o dejar de ser el temeroso Clark Kent, anulando la propia personalidad del lector. Por ello, las hazañas del superhéroe no pueden desarrollarse en la duración de forma en que lo hace cualquier individuo; los hechos que acontecen al héroe nunca lo atan: no puede casarse, ni tener hijos y tampoco sufrir una enfermedad, pues esto humanizaría al personaje. Al mismo tiempo, para que el mito pueda ser digerido por las masas, tiene que haber una correspondencia vital con sus lectores: tampoco puede ser inmortal, sino estaría emparentado con Dios, y eso lo alejaría de ser consumido por el "doble yo" de los lectores.
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