Igual que como hace ahora más de cuarenta años el maestro de la Nouvelle Vague francesa François Truffaut (1932-1984) se inspirara en el estado natural de un niño salvaje deudor de un desarrollo intelectual versus el mundo moderno de finales del siglo XVIII para inculcar a toda una generación inconformista de espectadores el poder de la educación y la diversidad cultural en la sociedad actual, L’Enfant sauvage de las comarcas gironesas y único en su especie a nivel estatal en su versión más "original" respecto a otras ciudades catalanas como Lleida, Tarragona, Terrassa, Manresa, Sabadell o Mataró (aka Cinema Truffaut en honor a su padre adoptivo y mentor) continúa teniendo rasgos en común con aquél mestizo joven de cuya tutela se ocupa de la misma forma que el doctor Itard –interpretado por el propio director– el Col·lectiu de Crítics de Cinema de Girona a través de una ayuda económica ofrecida por el gobierno municipal, un nutrido equipo de profesionales y cinéfilos empedernidos que juntos y con más de veinte años a sus espaldas conservan ese espíritu libre, inquieto y desinteresado que los avatares de la producción cinematográfica y la economía coyunturales no han conseguido sobrepasar, y ni mucho menos "doblar".
Es en 1990 cuando se consolida este grupo de críticos con el objetivo de recuperar un tipo de cine en ‘versión original’ que sin parangón no venía haciéndose en la ciudad desde el aguerrido Cine de arte y ensayo de finales de los sesenta, en la figura de los desaparecidos Cinema Orient y ya en los setenta Cinema Modern. El primer paso se dio al crear la Setmana de la crítica a Girona con la colaboración del Ayuntamiento, la Generalitat de Catalunya y de empresas exhibidoras como las de los inexistentes hoy en día Cinemes Catalunya que durante dos años consiguió programar además de las películas de cada edición, debates, conferencias y presentaciones de libros con el objetivo de demostrar la existencia de un público hasta entonces latente que, aunque interesado, no podía luchar sino era atrincherado en cinefórums o cineclubs y sin un espacio propio. Dos años después y ante la proliferación de cines comerciales en la ciudad, el Col·lectiu llega a un acuerdo con el Cinema Modern para disponer de la Sala2 (rebautizada poco después como Cinema-Estudi Truffaut y que hasta 1987 había funcionado como una Sala X) durante todos los Viernes y Sábados en dos sesiones nocturnas, una situación que aguantaría hasta febrero de 1999, cuando este local de 2600 m2 bajara la persiana, el Ayuntamiento comprara el edificio y el Truffaut cambiara sus instalaciones por las de los Cines ABC. El alcalde de entonces, Joaquim Nadal invirtió 810.300 euros en la rehabilitación del edificio y a partir de la subasta pública de su parte trasera para la gestión de un nuevo cine, el Col·lectiu presentaría candidatura ganando finalmente el concurso. Nace así en noviembre de 2000 el nuevo Cinema Truffaut público, gestionado por el Col·lectiu y situado de nuevo en el histórico Barri Vell de Girona, en el carrer Portal Nou número siete. Durante estos casi doce años de andadura, el "pequeño" Truffaut aparte de ofrecer al menos una de las dos películas que actualmente tiene en cartel –en dos sesiones diarias– y de publicar asimismo en papel siete anuarios hasta 2007 con la crónica anual de las actividades, críticas y recaudaciones persistentes, ha pasado a ser esa caja de resonancia cultural que Girona necesitaba batir, sobretodo en lo referente a aquellas actividades relacionadas con ese otro cine no comercial. Instituciones como la Universitat de Girona, el Museo del Cinema, el Festival de teatro Temporada Alta o entidades como el Videoclub Nouvelle Vague, –este último dirigido por Federico Vega Díaz, un apéndice del Truffaut que se independizó para seguir ofreciendo cine de calidad take away– siguen despertando el interés de más y más personas con el reto siempre presente de darles los elementos de información y reflexión idóneos, que como apostilla Imma Merino, profesora de Audiovisuales y Análisis de los Medios en la UdG, miembro del Col·lectiu y periodista habitual del El Punt Avui o Cultura|s “La única razón es crear una cultura cinematográfica paralela a lo que se hace en otros cines, por eso no somos competición con ellos”. Tanto es así que desde que el proyecto ve la luz, la Filmoteca de Catalunya lo inviste dentro de la categoría de sede oficial en Girona –un cargo que hasta entonces fomentaba la Casa de la Cultura– y le otorga 5000 euros anuales para programar, una ayuda que en palabras de Carles Ribas, trabajador a pie de sala desde los inicios: “solo da para 3 ciclos al año”. Además desde 2003 forma parte de Europa Cinemas, la red más importante de salas de cine para la difusión de películas europeas cuya adhesión en torno al setenta y cinco por ciento del material exhibido le retribuye una ayuda alrededor de los 10.000 euros por año, y ya no solo eso, sino que su pertenencia le ha reportado a Francesc Vilallonga, uno de los miembros del Col·lectiu, el poder formar parte en el 65º Festival de Cannes del jurado internacional que otorgará el premio Europa Cinemas Label a la mejor película europea de la prestigiosa Quincena de Realizadores. Gratificaciones como éstas o las que reciben todos los años del propio Ayuntamiento en torno a los 31.000 euros, como comenta el propio Guillem Terribas miembro fundador del Col·lectiu e histórico agitador cultural con base de operaciones en la Llibrería 22 que dirige, “Existimos por desgracia, es una anormalidad. La actual subvención empezó en 50.000 euros” y prosigue “El Truffaut se tendría que financiar con el cincuenta por ciento de la taquilla y el cincuenta por ciento del Ayuntamiento, pero no es así”.
Mientras el edifico del antiguo Cinema Modern sobrevive a duras penas a la espera de su definitivo hundimiento (un techo que ya en 2007 acabó por venírsele encima y en el que se acabaron invirtiendo nuevamente 263.000 euros públicos) o de que los poderes municipales hasta noviembre del año pasado al frente de la alcaldesa Anna Pagans por el PSC y el gobierno tripartito, y ahora con Carles Puigdemont por CiU que todavía no se ha pronunciado al respecto decidan qué hacer, se contemplan entre otros proyectos el del Centre d’Estudis de la Cançó dels Països Catalans dirigido por el periodista Xevi Planas, oficinas municipales o un centro cívico para personas mayores. La respuesta del Col·lectiu ante todo esto es seguir reivindicando su uso para segunda sala del Truffaut donde poder mostrar cine independiente y de difícil exhibición, pero a esto habría que sumar dos problemas: la batalla con los distribuidores de películas en versión original que solo ven mercado en salas como Barcelona, Madrid, Valencia o Sevilla –aunque existan excelentes relaciones en Girona con Wanda Films y A contracorriente films–, en una situación que provoca que muchas de las películas ganadoras de los grandes festivales internacionales acaben dobladas y desdibujadas; y segundo, renovar ya no las instalaciones, que también, sino la compra de un proyector digital que a parte del Blu-Ray con el que se trabaja conjuntamente al 35mm, permita exhibir las copias láser que cada vez más exigen y demandan las distribuidoras a los exhibidores, una razón por la que el Truffaut aunque le pese tiene que decir no atendiendo a su propia desactualización, y que como comenta el director de cine Isaki Lacuesta, Concha de Oro además del último Festival de cine de San Sebastián “En un par de años el cine en 35mm desaparecerá”.
A expensas de la situación de stand by que atraviesa el mundo de la cultura con los nuevos recortes aprobados recientemente y atendiendo al optimismo del Col·lectiu, la existencia del Truffaut parece que de momento no corre peligro, al menos por ahora. Como comentaba Mirito Torrero, crítico de El País y vinculado al Cinema Truffaut: "Por qué diablos entonces, un grupo de entre los mejores de nosotros, la gent de Girona, la Imma, l'Àngel, el Salvador, el Paco no tenían el coraje de llamar a su proyecto Cinema Godard [...] en San Jean-Luc se resumía todo lo que del cine esperábamos: la provocación, la búsqueda, el no acomodarse a lo conocido, la exploración de nuevas vías..."
¡Larga vida al Truffaut!
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