"Ahí están echados todavía en el suelo, con sus raíces en el esportón de tierra madre, oliendo a vida y esperanza. Han traído tres mil, y todos vamos a sembrar los nuestros"
Juan Ramón Jiménez, La Colina de los Chopos (1915 -1924)
Lorca y El beso (1927) |
La exposición se divide en doce estancias por las que el visitante puede recorrer la historia de esta emblemática institución: desde el “hotelito” de la calle Fortuny con capacidad para quince estudiantes por año, al emplazamiento actual de la calle Pinar donde tuvieron cabida trescientos a lo largo de sus veintiún años de operatividad y hasta el inicio de la Guerra Civil (1910-1939); y un segundo periodo tras el fin de la dictadura y con el advenimiento de la democracia donde, siendo sede del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), recupera su nombre original e inicia una etapa de rehabilitación con el firme propósito de recuperar la memoria y tradición de la Edad de Plata de la cultura española (1986-2010).
En el mural de la entrada al Pabellón Transatlántico puede verse una cronología que parte de la creación por fases de la Institución Libre de Enseñanza, el Ministerio de Instrucción Pública y la Junta para Ampliación de Estudios en 1876, 1900 y 1907 respectivamente, continuando con los años clave que siguieron a partir de 1910 y la inauguración de la sede o ya desde el estallido de la contienda, los diferentes usos del edificio como Hospital de Carabineros (1937), comedor para las Fuerzas de Aviación del ejército franquista y finalmente sede del CSIC (1939). En 1986 la Residencia de Estudiantes vuelve a resurgir y hasta 2010, año de la exposición, se sucede un período de reencuentro con el espíritu de antaño: convocatorias de nuevas becas de estancia para investigadores y creadores (1988), exposiciones como las de Brossa piensa en Federico o la del Crucero universitario por el Mediterráneo de 1933 (1996-2000).
100% Residencia - Centenario Residencia de Estudiantes (1910 – 2010)
El atleta rubio, emblema escogido en 1913 por Ricardo de Orueta para representar a la Residencia de Estudiantes y a las publicaciones derivadas de ésta provenía de los restos escultóricos de un kuros del siglo V a.C cuya cabeza fue encontrada en la Acrópolis de Atenas y de la que el dibujante Fernando Marco reprodujo su estampa. El significado que se le dio a dicho símbolo quería transmitir la sobriedad y tolerancia que se respiraba en este complejo educativo, con una convivencia constante entre diferentes disciplinas, artes y ciencias; de diferentes lugares (Andalucía, Asturias, León, País Vasco, Navarra) y de diferentes edades. En la estancia dedicada a dicha insignia se puede encontrar una réplica del hallazgo y un pase de fotografías ilustrando el estilo cercano de profesores como Eugenio D’Ors, Ramón Menéndez Pidal, o ya en la Residencia de Señoritas bajo la dirección de María de Maeztu, maestras como María Zambrano o conferenciantes como Clara Campoamor, quienes orientaban a sus residentes al estilo de los colleges ingleses, con tutorías de corte informal y una enseñanza individual que conjugaba teoría y práctica además de fomentar, como en el caso femenino, el acceso a los estudios superiores. La obra posterior de muchos de ellos, tal es el caso de Rafael Alberti o Conchita Zamacona, llevaría la marca de este intercambio creativo que la Residencia desprendía y que en el audiovisual de la pequeña sala contigua sirve de introducción. Pero no todo era amor al arte, también había cabida a la investigación científica, y buena prueba de esta labor puede contemplarse en la recreación de uno de sus ocho laboratorios donde el médico y último Presidente del Gobierno durante la II República Juan Negrín, el científico Antonio Madinaveitia o el doctor y director de la sección de Anatomía microscópica Luis Calandre –quien ayudó a preservar las dependencias durante los tres años de la Guerra Civil– enseñaban a través de la experiencia a alumnos como Severo Ochoa o Francisco Grande Covián, pudiendo el visitante descubrir a través del instrumental, fotografías de profesores y alumnos participando de dichas clases.
Tras la sublevación nacional, Jiménez Fraud consigue inmunidad diplomática en todo el emplazamiento aprovechando la presencia de estudiantes extranjeros y así, intelectuales como el propio director, Ortega y Gasset o Menéndez Pidal hicieron de la Residencia su último refugio antes de su camino hacia el exilio, un infortunio que ponía fin a veintiséis años de vanguardia educativa.
En la actualidad, la Residencia organiza diversas actividades culturales como conciertos, recitales de poesía, presentaciones de libros o congresos que publica periódicamente en sus catálogos tal y como lo ilustran las fotografías de las últimas dependencias, alojándose además anualmente más de 3.000 investigadores y creadores de todo el mundo. Uno de los símbolos pedagógicos más singulares y legendarios de la historia de España, la Residencia de Estudiantes y la exposición “temporal” que la rememora en su centenario con fotografías, vídeos, paneles explicativos, objetos, libros, cartas manuscritas, anaglifos y dibujos de Lorca… es una verdadera eclosión de vida en un lugar que izó la bandera de la libertad, la creatividad y el estudio, calando fuertemente en las personalidades de todos sus habitantes y que ahora sirve de reflexión sobre nuestra cultura pasada y presente pero sobre todo, aquella aún por generar.